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Antonio Román Reche

Erre que erre con la Contaminación Lumínica


Si fuéramos por la calle y viéramos a alguien golpeándose con un martillo en las espinillas y por cada golpe, alguien a su lado le diera 1 euro, podríamos entender, eso sí, con mucho esfuerzo, que lo hiciera. Es malo hacerse daño, pero es que le están pagando 1 euro por cada martillazo, leñe!!. Lo que no podríamos entender bajo ninguna lógica es que ese mismo señor, se estuviera dando los martillazos y encima le tuviera que dar un euro al otro. Ridícula situación, verdad? Pues es la MISMA situación que se plantea con la contaminación luminosa.

Contaminamos el cielo, deslumbramos con iluminación excesiva, arrebatamos la Vía Láctea a los habitantes de las poblaciones, desorganizamos la conducta normal de otros seres vivos, emitimos muchas más toneladas de CO2 y por todo ello los ayuntamientos (es decir, todos nosotros) tenemos encima que pagar mucho dinero! ¿Porque todo el mundo vería, sin la menor duda, ridícula la situación del tío que se da los martillazos, pero cuesta trabajo verlo en el caso de la contaminación luminosa?¡¡¡¡¡¡¡¡ SI SON (metafóricamente hablando) LA MISMA SITUACIÓN!!!!!!!!!!

Creo que por eso es importante la labor divulgativa de este problema. Es bueno que se hable, y se repita de forma machacona en cualquier momento y oportunidad que se tenga para hacerlo a los responsables políticos de nuestros ayuntamientos. Solo así, se acabará teniendo conciencia de que realmente esto es un problema y no un índice de desarrollo y de sociedad avanzada. En todo caso, lo contrario.

Las calles y travesías de nuestros pueblos están llenas de luminarias de tipo farola o globo que desperdician la mayor parte de su capacidad de iluminación, emitiendo luz hacia arriba (es importante que los pájaros vean por donde van) o en horizontal (deslumbrando a conductores y peatones), dejando solo un 25% aproximadamente de la luz (y por tanto de gasto energético) para iluminar el asfalto.

Además, está el tipo de lámparas que se utilizan en estas luminarias. La gran mayoría de ellas son de mercurio o halogenuros metálicos. A ninguna emisora de radio se le ocurriría emitir sus programas en ultrasonidos o en microondas porque simplemente nadie los escucharía, sería ineficiente al margen del coste de emitir en esas frecuencias. Pero las lámparas de mercurio y halógenas (ambas altamente contaminantes), emiten una gran cantidad de luz en ultravioleta y el infrarrojo, que es totalmente desperdiciada porque nuestro ojo no es capaz de percibirla (tan solo la ven algunos insectos para los que estoy seguro no estaba destinada la iluminación). Crear y emitir toda esa radiación representa la mayor parte del coste de la factura de iluminación en nuestras ciudades. Sabemos que ayuntamientos y organismos oficiales tienen tarifas especiales para el gasto energético, pero esa no es la cuestión. La verdadera cuestión es que, para tener iluminadas las calles de forma ineficiente y toda la noche (cuando el 99% de la población duerme), en algún lugar se están quemando recursos y emitiendo toneladas de CO2. Esa es la autentica magia y al mismo tiempo tragedia de la energía eléctrica. Nos permite ver las bonitas luces de nuestras ciudades sin que nos tengamos que hacer preguntas incómodas. Me pregunto si la percepción de la sociedad no cambiaria drásticamente si cada farola tuviera su propio tubo de escape por el que expulsara la contaminación que generara, la misma contaminación que en realidad se esta emitiendo a miles de kilómetros de donde se encuentra la luminaria.

Lo más eficiente sería utilizar lámparas de sodio de baja presión porque estas emiten la mayor parte de la energía en una longitud de onda ÓPTIMA para el ojo humano. Esto combinado con una luminaria que reflejara la luz solo hacia el suelo, nos permitiría, con solo unos pocos watios, la misma iluminación y contaminando lo justo.

Solo se necesita este párrafo para plantear la solución al problema.

El 13 de junio de 2007, el Parlamento de Andalucía aprobó la Ley 7/2007 de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental, una ley que refunde, modifica y amplía toda la legislación autonómica en materia de medio ambiente. Esta ley apareció publicada en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía el 20 de julio de 2007, incluyendo como gran novedad la primera regulación autonómica en Andalucía sobre contaminación lumínica. La realidad es que mientras ya tenemos una legislación del tema, se siguen colocando luminarias contaminantes y poco eficientes en nuestras poblaciones. La ley existe, pero esta se aplica de forma muy tímida.

Quiero pensar que la contaminación luminosa seguirá el mismo proceso que ha tenido, por ejemplo el papel de la mujer en la sociedad, o el hábito de fumar. Hace 40 años este hábito era considerado como “tener clase o ser de clase alta” y socialmente no se tenía en cuenta el daño para la salud (no había investigaciones sobre ello). Después se empezó a hablar del tema de los fumadores pasivos, de sus efectos secundarios y en los 20 años siguientes se ha ido asentando la idea a nivel social de que las personas tienen derecho a no respirar humo si no quieren. Y lo que no hubiera predicho nadie hace 40 años es que se prohibiera por ley fumar en lugares públicos y que se acepte todo esto con total normalidad, como si fuera algo establecido desde siempre. Pero este cambio en la percepción sobre el tabaco ha ido ocurriendo de forma muy, muy lenta porque tiene que ir echando raíces poco a poco en la gente.

Esperemos que dentro de 10 o 15 años esa conciencia colectiva sea tan generalizada en contra de la contaminación lumínica, que cuando alguien se plantee iluminar su chalet o calle, tenga interiorizado que se puede hacer bien y no como siempre y además por el mismo o incluso menor coste. Quiero ser optimista y pensar que esto será así. Por lo pronto solo nos queda, denunciar y explicar hasta la saciedad el problema para contribuir a que se vea como lo que es UN PROBLEMA……pero seamos positivos…………de fácil solución, si se tiene la voluntad política y social de cambiarlo.

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