20 de julio de 1969, 20:17:39 UTC. Mar de la Tranquilidad, el módulo de descenso Eagle (LEM), ya posado sobre suelo lunar, comunica con el Centro de Control Espacial de Houston, el mensaje es breve:
“Houston…aquí base Tranquilidad, el Águila ha alunizado”.
Aproximadamente seis horas y media después, a las 2:56 UTC del 21 de julio, la tripulación del LEM, integrada por el comandante de la misión Neil A. Armstrong y el piloto Edwin E. Aldrin Jr., apodado Buzz, descienden del módulo para pisar la superficie lunar por primera vez en la historia de la humanidad. El primero en hacerlo es Armstrong que pronuncia:
«Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la Humanidad».
Poco después Buzz también desciende y tras contemplar el panorama ambos intercambian
Armstrong: «Una vista magnífica ahí fuera». Aldrin:«Magnífica desolación».
Mientras, en órbita lunar, se encuentra el tercer miembro de la tripulación del Apolo 11, Michael Collins, piloto del módulo de mando y servicio. Desde su altura no le era posible ver a sus compañeros en la superficie, sin embargo, en dos ocasiones pudo observar la sonda soviética Luna 15 orbitando bajo su capsula. La URSS había perdido el primer asalto lunar, pero observaba de cerca.
El programa Artemis
Las misiones Apolo fueron el primer programa, junto con el equivalente soviético, que tuvieron como destino pisar la Luna, objetivo que se consiguió al final de la década de los 60 del pasado siglo. Se continuó enviando hombres a la superficie lunar hasta diciembre de 1972 con el Apolo 17. El programa siguió hasta 1975 pero ya sin misiones lunares, puso en órbita la primera estación orbital estadounidense, el Skylab, y el último lanzamiento de una nave Apolo fue diseñado para una misión conjunta entre la URSS y EEUU, la Apollo-Soyuz.
Tras esto ambas potencias pusieron la vista en objetivos alejados de la Luna. Estaciones espaciales en órbita terrestre, el programa del transbordador, sondas automáticas por todo el Sistema Solar, la exploración robótica de Marte, observatorios espaciales, etc. Pero todo el mundo sabía que a la Luna había que volver, sobre todo si queríamos cubrir el siguiente gran objetivo, poner humanos en la superficie de Marte. Sin embargo, durante décadas no se concretó un plan realista para regresar y asentarnos allí de forma permanente, o al menos con estancias prolongadas.
Esto cambio en 2017, cuando el ex presidente de EEUU, Donald Trump dio el pistoletazo de salida para una nueva campaña lunar con la directiva de política espacial 1, que regula y pone las bases para que la NASA “lidere un programa de exploración innovador y sostenible con socios comerciales e internacionales para permitir la expansión humana en todo el sistema solar y traer de vuelta a la Tierra nuevos conocimientos y oportunidades”. Esto se concretó en Artemis, un ambicioso programa de exploración espacial que en cierto sentido recuerda al programa Apollo (Artemisa es la hermana gemela de Apolo).
Sin embargo, Artemis no parte de cero. Desde que se suspendieron las misiones lunares hace 50 años, la tecnología y experiencia acumulada es superior a la de 1961, cuando el entonces presidente de Estados Unidos John F. Kennedy, anuncio ante el congreso su compromiso de “llevar un hombre a la Luna y traerlo sano y salvo a la Tierra antes de que finalizara la década”. Aquel anuncio se producía tan solo 43 días después de que el cosmonauta soviético Yuri Gagarin se convirtiera en el primer hombre en viajar al espacio. En los inicios de la exploración espacial la Luna era un objetivo prioritario y más de medio siglo después sigue siéndolo.
Como ya ocurrió con el programa Apollo, Artemis tiene una amplia red de colaboración con compañías aeroespaciales del sector privado, pero en esta ocasión además dando cabida a la participación internacional con socios como la Agencia Espacial Europea (ESA), la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA), la Agencia Espacial Canadiense (CSA), la Agencia Espacial Australiana (ASA), la Agencia Espacial Brasileña (AEB), y la Agencia Espacial Mexicana (AEM).
En la agenda inicial de este programa se pretende poner en la superficie lunar a la primera mujer y el próximo hombre en 2024 (2025) en una región localizada en el polo sur lunar, y más adelante establecer una base permanente tanto en la superficie como en la órbita lunar, con una activa participación de empresas del sector espacial para generar una economía sostenible. El objetivo “ultimo” es llevar humanos a Marte alrededor del año 2033, unos diez años a partir de ahora, ¿se cumplirá?, ya veremos, los más probable es que los retrasos inherentes a la complejidad del programa vayan cambiando conforme se desarrollan las misiones. Recordemos que Apollo tuvo serios escollos durante su desarrollo, pero al final pusimos el pie en la Luna en la década de los 60, tal y como prometió Kennedy, aunque el escenario geopolítico de entonces, al menos en apariencia, no era el mismo que el actual.
Desarrollo del programa Artemis
Este programa espacial acaba de comenzar, cuando escribo este artículo la misión Artemis I esta camino de la Luna, y como ya he apuntado da la impresión de que solo está apuntalado a medias, muchas cosas pueden ocurrir durante su desarrollo.
Las únicas misiones que por ahora tienen presupuesto asignado son las seis primeras. La Artemis I es una misión no tripulada que probará, entre otros, la nave Orion, especialmente el desempeño de su escudo térmico durante la reentrada en la atmosfera terrestre. Así mismo desplegará 13 CubeSat, y probará un chaleco anti radiación en el espacio profundo, destinado a las futuras tripulaciones. Artemis II será la primera misión tripulada del programa que orbitará la Luna preparando así el camino para la Artemis III, que si todo va como está previsto, llevara a los primeros humanos de regreso a la Luna.
Las siguientes misiones la Artemis IV, V y VI, tendrán como objetivo prioritario llevar los módulos principales de la estación orbital Gateway, las dos últimas incluirán alunizajes para dejar equipos en la superficie lunar, que más tarde serán utilizados en futuras misiones.
Más allá de la sexta misión se habla de otras 5 que aún no están oficialmente presupuestadas. Su objetivo será la construcción y abastecimiento de la futura base lunar permanente, que deberá estar concluida no más tarde de 2033.
Pero no todas las voces, tanto desde el punto de vista técnico como político, están de acuerdo con el diseño general. Se ha sugerido que disponer de un punto intermedio para recoger el módulo de aterrizaje y posteriormente bajar a la superficie lunar, en alusión a la estación orbital Gateway, no proporciona ninguna ventaja, sino al contrario. Se sugiere un enfoque más parecido al programa Apolo, en el que se partió desde la órbita terrestre directamente a la Luna (Moon Direct), opción también aplicable al viaje a Marte. Esta propuesta viene avalada por Robert Zubrin de la Sociedad Planetaria, y apoyada por el exastronauta Buzz Aldrin. Este último es además muy crítico con un “puesto avanzado lunar”.
El 24 de enero de 2020 el Comité de Ciencia, Espacio y Tecnología de la Cámara de Representantes de EE.UU. presentó un proyecto en el que se alterarían los planes actuales de la Nasa respecto del programa Artemis, sugiriendo un importante cambio en el cronograma previsto en función de garantizar el viaje a Marte no más allá de 2033, rebajando el peso del objetivo lunar (retrasaría los alunizajes a 2028), y dejar aparcada por el momento la idea de establecer una base en la superficie lunar, para optar por un enfoque de “banderas y pasos” similar al de las misiones Apolo. Y en general, dejar madurar una tecnología que nos permita abordar con más garantías y lo antes posible el planeta rojo.
Sobre el costo del programa Artemis, aunque la NASA no ha dado una cifra concreta, se habla de que alcanzará 93.000 millones de dólares para el año 2025. Para hacernos una idea, se estima que las tres primeras misiones Artemis rondarán los 4.100 millones cada una, que se reparten en 2.200 millones para el lanzador SLS, 1.300 millones para la nave Orión y el resto en infraestructura y costes de lanzamiento.
La vuelta a la Luna en el contexto internacional
Cuando a finales de los años 50 de siglo pasado las dos grandes potencias del momento (y actualmente) quieren conquistar para si el espacio, la poca tecnología aeroespacial en desarrollo solo era accesible para los estados Unidos y la Unión Soviética, por tanto, solo existían dos líderes incuestionables, con dos modelos políticos y sociales contrapuestos.
El primer hombre en el espacio lo pusieron unos, a la Luna llegaron los otros. Los Estados Unidos fueron el ganador del último round. A partir de ahí un símbolo: la misión Apolo-Soyuz. Con ello se auguraba el final de una carrera y el comienzo de una etapa de colaboración… y más países se sumaron al club espacial.
Pero es paradójico el hecho de que cuando retomamos la Luna, el contexto internacional se ha convertido de nuevo en inestable, al menos inquietante. China, la nueva y emergente potencia espacial, es claramente excluyente, Rusia, que puede alardear de ser la pionera, amenaza con abandonar la Estación Espacial Internacional (ISS), y el bloque occidental liderado por EE.UU. parece evocar una nueva carrera espacial. Las agencias espaciales de los diferentes países se nuclean en bloques, a pesar de que la magnitud de los retos de la exploración espacial sobrepasa con mucho las posibilidades individuales.
Si bien la primera conquista lunar se realizó con el esfuerzo de un solo país, esto es impensable actualmente. La economía mundial está fuertemente ligada a la conquista de la órbita baja terrestre, y los retornos de los programas espaciales cada día tienen más peso en el desarrollo global, es por ello que ningún país quiere quedarse descolgado. A la Luna, a Marte y más allá no solo ira occidente, Rusia también tiene objetivos al respecto y China quizás pretenda ser la primera en poner taikonautas (astronautas) en Marte.
Que hemos de esperar
Como hemos mencionado, toda esta historia comenzó al final de la década de los años 50 del pasado siglo, con la puesta en órbita del Sputnik 1 por parte de la desaparecida Unión Soviética y el Explorer 1 de los Estados Unidos, y el primer humano en viajar al espacio exterior en 1961. En realidad mucho antes, a principios del siglo XX, pioneros como Konstantin Tsiolkovsky y Robert H. Goddard pusieron las bases de los vuelos espaciales.
En cualquier caso, en términos históricos, la exploración espacial es reciente, aun así, el lapso de más de 50 años desde que pisamos la Luna por primera vez, nos ha dado la sensación de que se ha ralentizado. No obstante, hemos de reconocer que en las últimas décadas hemos convertido la órbita terrestre en el patio trasero de nuestros sueños de exploración y nos hemos extendido por todo el Sistema Solar con sondas robóticas.
El espacio no solo es la última frontera, es quizás, el impulso evolutivo necesario para la supervivencia de la especie humana, y en este sentido el regreso a la Luna como parada previa para ir a Marte adquiere significado, y eso es Artemis, un paso más para convertirnos en una especie multiplanetaria.
Tecnología del programa Artemis
Ir a la Luna actualmente es un objetivo fácilmente alcanzable, ya hemos estado allí y tenemos tecnología madura para ello. Ir a la Luna en viajes tripulados con la intención de mantener una presencia estable, es otra cosa, debemos desarrollar toda una pléyade de vehículos, estaciones y hardware diverso, que en muchos casos aún están solo en fase de diseño o son meras propuestas. Aunque hay camino andado y se tiene «clara» la infraestructura necesaria, los procesos de prueba y evaluación para misiones tripuladas son largos, y sobre todo imprevisibles.
VEHÍCULO DE LANZAMIENTO SLS
El principal vehículo de puesta en órbita de este programa es el SLS (Sistema de lanzamiento espacial). Este es el cohete desechable más grande y potente construido hasta la fecha, y será el encargado de lanzar la nave Orión. Su desarrollo comenzó en 2011 y tendrá cuatro versiones: Bloque 1, Bloque 1B, Bloque 2 y Bloque 2B. El Bloque 1 y 1B tienen la capacidad de poner en órbita 70 y 97,5 toneladas respectivamente. La versión “1” será utilizada para el lanzamiento de las misiones Artemis 1, 2 y 3, esta última será la primera misión del programa que nos permitirá pisar de nuevo la superficie lunar. El bloque “1B” se destinará a los lanzamientos siguientes hasta el Artemis 7 (incluso se ha hablado de misiones hasta Artemis 8 y 9). En esta versión se sustituirá la etapa de propulsión criogénica del Bloque 1 por una segunda etapa superior de exploración (EUS), que también se utilizará en el Bloque 2.
El Bloque 2 y 2B reemplazará los cohetes laterales por unos más potentes que le permitirán poner en órbita unas 150 toneladas. Estas versiones del SLS deben estar listas para finales de la década de 2020, y tendrán como uno de sus principales objetivos enviar tripulaciones humanas a Marte.
Además del sistema de lanzamiento SLS también está previsto utilizar lanzadores de apoyo comerciales de empresas como Space X, Boeing, Lockheed Martin Space Systems, Northrop Grumman Innovation Systems, Sierra Nevada Corporation y Blue Origin, entre otras. En este sentido cabe destacar que la Plataforma Orbital Gateway contará con la asistencia de 28 misiones comerciales.
NAVE ORIÓN
Ha sido construida con la participación de la Agencia Espacia Europea (ESA), y será la encargada de llevar a los astronautas hasta la órbita lunar donde quedará atracada en la Plataforma Orbital Lunar Gateway. Aunque en principio se pensó que podría utilizarse en combinación con diferentes lanzadores, al final se ha optado por un único lanzador, el SLS.
Es un vehículo reutilizable que está compuesto por un módulo destinado a la tripulación (CM) construido por Lockheed Martin, y un módulo de servicio (ESM) construido por Airbus Defence and Space y financiado por la ESA.
La Nave Orión se alimenta energéticamente por medio de un sistema de paneles solares y puede transportar hasta 6 tripulantes con una autonomía de 21 días sin atracar, y hasta 6 meses acoplada a la estación Gateway, a la que se acopla mediante un sistema automatizado.
La propulsión primaria de la nave se hace mediante un solo motor principal y un conjunto de 14 motores para la propulsión secundaria y el control de actitud.
PLATAFORMA ORBITAL GATEWAY
Va a ser una estación espacial orbitando la Luna que servirá como punto de escala de las misiones robóticas y tripuladas al polo sur lunar, y más adelante como punto de partida hacia destinos más lejanos como Marte. Será un centro de comunicaciones que además dispondrá de un habitáculo para cortos periodos de tiempo, un laboratorio de ciencias y un área de almacenamiento de rover y otros vehículos destinados a la exploración de superficie, todo ello alimentado por energía solar. Con la nave Orión acoplada se espera que pueda dar soporte vital a 4 astronautas en estancias de 30 días.
El proyecto está liderado por la NASA, pero contará con socios internaciones como la ESA, JAXA y CSA además de empresas privadas que aportaran mantenimiento y avituallamiento.
Dentro de los retornos puramente científicos la estación abordará disciplinas como las ciencias planetarias, la astrofísica, heliofísica, observaciones de la Tierra, y aspectos biológicos y de medicina espacial.
La construcción de Gateway se espera que sea dentro de la década 2020 y sus primeros módulos PPE y HALO serán lanzados por SpeceX con fecha estimada de 2024 o 2026 como más probable.
VEHÍCULOS DE DESCENSO LUNAR Y ATERRIZAJE
Básicamente todas las propuestas de alunizaje del programa se basan en utilizar la estación orbital Gateway como paso previo antes del descenso, sin embargo, algunas están diseñadas para realizar el descenso a la superficie lunar de forma directa, al modo de las misiones Apollo, en concreto la desarrollada por la compañía Boeing.
A estos sistemas se les denomina HLS (Human Landing System). Inicialmente la Nasa ha desarrollado un concepto de nave de aterrizaje compuesto por tres etapas, que es el que se utiliza como referencia para las propuestas comerciales. Este se basa en la salida de la Gateway de un módulo de transferencia que sitúe a las tripulaciones en una órbita lunar baja, desde donde saldrá el módulo de descenso hasta la superficie lunar. Estos elementos deberán ser reutilizables.
SUPERFICIE: BASE, VEHÍCULOS DE OPERACIONES Y TRANSPORTE
El módulo de descenso descrito contempla a su vez un módulo de ascenso para una vez finalizadas las actividades en superficie, debiendo proporcionar una autonomía de dos semanas en la Luna para una tripulación 4 astronautas.
Para las operaciones de superficie las propuestas son:
VIPER (Volatiles Investigating Polar Exploration Rover), es un Rover robótico que tiene como objetivo buscar recursos en el polo sur lunar en zonas privadas de la luz solar directa, para localizar y mapear el agua congelada que allí se encuentra. Se estima una duración de 100 días terrestre para esta misión.
Rover tripulado o Mobile Hábitat, es un módulo no presurizado de transporte y funciones de hábitat para la tripulación. También podrá ser operado de forma remota. En esta línea la agencia espacial japonesa está evaluando aportar un rover lunar presurizado de gran tamaño.
Un módulo o puesto avanzado permanente en el polo sur lunar es una idea que se está sopesando. Esto sería un paso a estancias lunares estables y prolongadas en el tiempo, pero más allá de la idea no hay por ahora un plan concreto al respecto. Para su establecimiento en la superficie lunar se podría utilizar los elementos desarrollados para el HLS, aunque también podría ser transportado directamente mediante un SLS 1B sin utilizar la Gateway. Estaciones de este tipo abrirían muchas posibilidades en campos como la Astrofísica, la geología planetaria, la biología y especialmente la medicina espacial, entre otros. Asentarse de forma “permanente” en un cuerpo distinto a la Tierra significará un gran salto cualitativo, un antes y un después.
NUEVOS TRAJES ESPACIALES
La principal novedad a este respecto viene dada por la unidad de exploración extravehicular denominado xEMU, que se utilizará principalmente para deambular por la superficie lunar, con una autonomía de 8 horas y un diseño con una movilidad muy superior al utilizado en las misiones Apolo.
Otra novedad será la unidad de traje de vuelo que se utilizará durante el despegue y el reingreso de la nave Orion, para prevenir fundamentalmente episodios de despresurización. Su color naranja es para una fácil localización en el océano en caso de un amerizaje accidentado.
El equipo de astronautas del programa Artemis
Como es costumbre desde los Mercury el grupo de astronautas de cada programa de la Nasa recibe un apodo identificativo, en el caso de los escogidos en 1959 para volar en las naves Mercury fueron conocidos como los “Siete del Mercury”. Siguiendo la tradición el grupo de 18 mujeres y hombres que volaran en el programa Artemis tiene el apodo de “Tortugas”. Estos han sido elegidos entre un total de 18.000 candidatos y muchos de ellos pisarán la superficie lunar, y quizás algunos formen parte de las primeras misiones marcianas. Estos son:
Jonny Kim, Christina Hammock Koch, Kjell Lindgren, Nicole A. Mann, Anne McClain, Jessica Meir, Jasmin Moghbeli, Kate Rubins, Frank Rubio, Scott Tingle, Jessica Watkins, Stephanie Wilson
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